Esta es una historia real, quizás no sea la típica historia que se cuenta en los viajes adornada de monumentos y bellas ciudades, pero así fue, así nos ocurrió y así la contaré. Todo tiene su parte positiva y esta, aunque con tiempo y distancia, llegó a ser hasta divertida y cómica.
Serían sobre las nueve y media de la mañana cuando la ruidosa ciudad de Tirana nos despertó al son del tráfico. Nuestro siguiente destino era Skopje, la capital Macedonia, por lo que se presumía el día de coche, trafico, frontera y malas carreteras en nuestra ruta por los Balcanes. No podía llevar mas razón.
Comenzamos la ruta con el coche en reserva y sin desayunar, con un pensamiento muy Español, "salimos unos kilómetros de la ciudad y paramos en una venta a desayunar y llenar el depósito de gasolina". Programamos el navegador (Tom Tom, nuestro gran traidor) dirección Skopje. Se nos olvido que estábamos en Albania.
Serían sobre las nueve y media de la mañana cuando la ruidosa ciudad de Tirana nos despertó al son del tráfico. Nuestro siguiente destino era Skopje, la capital Macedonia, por lo que se presumía el día de coche, trafico, frontera y malas carreteras en nuestra ruta por los Balcanes. No podía llevar mas razón.
Ruta de 292 kms según "Google Map" |
Tom Tom, estamos en tus manos. Salimos de la ciudad, carretera normal, aire acondicionado (hacia calor) y por el momento, ni venta, ni gasolinera. Nuestro pensamiento "ya la encontraremos". Recuerdo una frase de un compañero de trabajo que me decía "no tomes decisiones recién levantado y sin desayunar". Que razón tenía.
Llevaríamos sobre una hora de recorrido, cuando observamos que nuestra carretera comenzaba a ascender y el paisaje pasaba a ser cada vez mas agreste. Todo esto se incremento bastante mas cuando pasamos por una especie de antiguo poblado abandonado (que parecía un decorado de "la Guerra de las Galaxias"), donde nuestra carretera asfaltada, paso a ser lo que los Americanos llaman "goat road" (camino de cabras). Comienza la aventura.
Gurore, comenzaba la aventura... |
Seguíamos avanzando, subiendo y esperando algo de asfalto en la carretera, pero el camino iba empeorando, nuestras miradas y silencios hacían presagiar que algo no iba bien y la montaña nos engullía cada vez mas. ¿Volvemos o seguimos?. Silencio. No hay gasolina para volver. Seguimos.
Así era la carretera |
Pero el tramo se hacia cada vez mas largo, llevábamos bastante tiempo a 20 kms/hora, con piedras chocando en los bajos del coche, en absoluto silencio y con la mirada perdida. A esto había que sumarle que no habíamos desayunado y la reserva del coche nos dio un segundo aviso. En esos momentos, la mente humana solo piensa cosas terribles. Albania, en medio de una montaña, sin cobertura móvil, sin gasolina, sin comer y ningún rastro de vida humana en kilómetros.
Serian las dos de la tarde, y digo serían, porque en esas circunstancias el tiempo y la distancia se hacen eternos. No sabíamos que hacer, Maria se echaba las manos a la cara cada vez que una piedra chocaba en la parte baja del coche. El sonido era atronador y pensábamos que en cualquier momento rompería el cárter o los neumáticos. La impotencia y la culpabilidad por hacer sufrir a otra persona me estaba matando, lo único que se me ocurrió decir en esos momentos, con un gesto firme y tranquilizador fue: "no te preocupes, de esta salimos". Mentí.
No soy creyente y pienso que cada uno debe solucionar sus problemas y no esperar que un "ente" divino venga en tu ayuda, pero en esos momentos, tras haber estudiado todas las opciones para salir de allí y no encontrar respuesta, uno empieza a encomendarse a Dios por aquello de "por si acaso". Y casual o divinamente (o ambas a la vez), en medio de una montaña, rodeado de piedras y con un sol de justicia, apareció una cabaña.
Paramos el coche y me dirigí hacia aquella pequeña choza. Por mi cabeza pasaron miles de ideas sobre lo que podría encontrar allí y ninguna buena. La situación y la mala información que nos llega sobre los Albaneses en España me hicieron sentir miedo. No tenia otra opción.
Llegando a la puerta y con el corazón acelerado, me encuentro a una mujer joven, sentada en el suelo y pelando patatas. Ella levantó la cabeza y me miro con cara de: ¿este que coño hace aquí? (pero en Albanés). Supongo que mi cara traía escrita algo así como "necesito ayuda", la mujer se puso en pie, me dijo algo que no entendí y comencé a contar nuestra historia. En esto, Maria y supongo que el marido de dicha mujer, se unieron al grupo. Nos comentaron que íbamos por un camino erróneo ("It´s horrible!!", fueron sus palabras), que estábamos en la cima de una montaña (monte Dajti) y que lo mas correcto era que fuéramos a un pueblo que había a unos 20 kms, donde había gasolinera y una carretera asfaltada que nos devolvía a Tirana (justo de donde partimos). La mujer nos dijo que su marido nos acompañaría hasta el pueblo en su "Quad" por si nos quedábamos sin gasolina y nos pregunto que si habíamos comido. Dijimos que no, que no teníamos hambre (estomaguito cerrado) y que solo queríamos llegar a una gasolinera y a una carretera normal. Ella entró en la cabaña y nos regalo dos peras para que comiéramos algo por el camino. Creo que en mi vida, no hemos repetido tantas veces la frase "Thank You", como aquel día. Aún se puede creer en los seres humanos y en su buena voluntad.
Las dos peras para el camino |
Algo mas relajados, aunque con tensión por la escasez de gasolina, hicimos que nuestro amigo Albanés nos guiara hacia el poblado bajo un calor sofocante. Nos llevo hasta una bifurcación en el camino y nos dijo que el pueblo estaba en esa dirección, muy cerca y cuesta abajo. Nos despedimos de él con un millón de gracias y continuamos hacia nuestra soñada gasolinera. Unos cientos de metros después, nos encontramos con tres personas mayores que venían de una especie de huerto y paramos a preguntarles. No nos entendieron en absoluto y, uno de ellos, abrió la puerta trasera y se metió en el coche con dos bolsas llenas de productos de la huerta. Dirigió su mano apuntando carretera abajo y entendimos que quiso decir "por allí". De este señor, solo conseguimos entender una palabra de las miles que dijo en todo el trayecto "Asfalti!!". Vamos mejorando.
Continuamos la marcha y, tras lo surrealista del momento, se me ocurrió la siguiente pregunta: ¿Maria, me puedes decir por que tenemos a un Albanés montado en nuestro coche?. La preocupación se convirtió en una especie de risa floja y nerviosa con la que llegamos al poblado y en él, nuestro ansiado surtidor de gasolina (por llamarlo de alguna manera).
En el surtidor no había nadie, nos bajamos del coche y en cuestión de minutos, teníamos a medio pueblo a nuestro alrededor. Nadie hablaba Ingles, pero al decir que éramos Españoles, todos dijeron lo mismo, "Madrid-Barça". Era de esperar. Todos querían invitarnos a beber algo. En esos momentos llegó la única persona que sabia algo de Inglés, un chaval de unos 16 años que nos dijo su nombre y sonó algo así como "Salvi", y así lo bautizamos. Le explicamos brevemente la historia y se fue a buscar al encargado de la gasolinera.
Llegó el "técnico", otro chaval de unos 20 años que, al saber nuestra procedencia se presento bajo el nombre de "Sergio Ramos" (je je je, encima bromitas). Comienza a poner en funcionamiento la maquinaria y seguimos con nuestra odisea particular. Salvi y Sergio Ramos hablaban entre ellos, mientras toqueteaban una y otra vez los magnetotérmicos y la botonera del surtidor. Aquello parecía no funcionar. Quien me pone la pierna encima...
Eran sobre las cuatro de la tarde, como era de prever, Salvi nos comunica que el surtidor no funciona, que el técnico tiene que venir de Tirana y que tardará unas cuatro o cinco horas. Con toda su buena voluntad, nos ofreció su casa en caso que tuviéramos que pasar allí la noche. Con la cara de un "pescao" muerto, decidimos ir al único bar y tomarnos una cerveza para evitar que nuestras cabezas no entraran en colapso, ya pensaríamos después. Nos alejamos del resto de personas y nos sentamos a intentar relajarnos. "Two beers please". El camarero era Salvi también.
Poco tiempo después, aparece Salvi con cara de preocupación al ver nuestros rostros de desesperación y nos plantea una posible opción ("other option", entendimos). Volvimos al surtidor y la "other option" era lo que reflejan las siguientes imágenes.
Sergio Ramos sacando gasolina del deposito |
Servicio manual y artesano |
Pues si, con botellas de Fanta y un palo, conseguimos llenar con algo de gasolina el coche, gracias a estos dos personajes, que se preocuparon por inventar un sistema para ayudarnos. Recuerdo la frase de Salvi mientras sacaban gasolina con el palo y la botella, "It is Albania".
Gracias |
Nos pusimos en marcha, no sin antes agradecer a todas aquellas personas su amabilidad y hospitalidad. Salvi nos indico el camino de vuelta a Tirana y por carretera asfaltada. Continuamos la marcha por la que nos pareció una de las mejores carreteras del mundo. En una hora, llegamos a la bifurcación de Gurore, donde empezó todo, y al poco tiempo estábamos sanos y salvos en un hotel de la capital Albanesa. Recuerdo que Maria me dijo, "relájate que ya estamos aquí". A lo que conteste, "ya me relajaré cuando estemos en Pino Montano con una cerveza".
Después de todo esto, mi recuerdo de Albania pudo estar influenciado por esta mala experiencia, por la falta de señalización y por las malas carreteras de este país. Sin embargo, me quedo con las personas, con aquella pareja de la cabaña, con Salvi, con Sergio Ramos y el resto del pueblo que no dudaron en ayudarnos, darnos de comer, beber e incluso dormir si hubiera sido necesario. Eso es lo que hace grande a un país y Albania, realmente lo es.