domingo, 31 de mayo de 2020

LEO

"Si mis días comienzan con un abrazo de mi hijo,
son mucho mas gloriosos de lo que eran antes"
Russell Crowe

Con esta frase del amigo "Gladiator" retomo una buena costumbre que tenia olvidada (no por falta de ganas) y vuelvo a tirar mis palabras al vacío. Mi ausencia está totalmente justificada, mi hijo Leo, que ya tiene dos años y medio y, casualmente es el tiempo que llevo sin escribir (mas o menos). La razón, básica y sencilla, he preferido jugar con él.

Antes que Maria (sin tilde intencionadamente) y Leo me concedieran el placer y el honor de ser padre, los mas veteranos progenitores se lamían sus heridas y me narraban con cierto humor, aquel discurso rancio sobre la paternidad que me esperaba. Las faltas de tiempo, las malas noches, los nuevos miedos, el pasar a un segundo plano y toda una extensa lista de advertencias de cariz tan negativa como frustrante (esta palabra es como para decirla borracho). A todos ellos tengo que darles la razón y las gracias, me explico. Gracias por plantearme un futuro tan oscuro, lo cual ha enfatizado aún mas la positiva realidad de ser padre. Por otro lado, cierto es que tu vida cambia hasta límites insospechados, pero mi vivencia actual dista mucho de la planteada por ellos.

Desde el vividor de experiencias que me considero, ser padre es la mayor y mejor aventura que uno puede sentir. Nada supera la creación de un hijo. Me di cuenta la primera vez que lo vi y aún no he encontrado la palabra o palabras que puedan definir ese instante. El primer contacto que una persona tiene con su hijo es algo sobrenatural, no sabes si reír, llorar, hablarle, abrazarle o besarle, o todo a la vez. Cuando se duerme entre tus brazos la primera vez, entiendes porque la gente tiene hijos.



Tras ese momento (el mejor de mi vida sin duda), le siguen mil nuevas experiencias. La primera noche, el primer llanto, primer beso o la primera vez que te dice Papa. En todas y cada una de ellas, tus sentimientos alcanzan su máxima expresión y vives una etapa de "caídas de baba" y "sonrisillas tontas" que te hacen vivir en una nube (como Goku pero sin teñir de rubio). Creo que fue García Marquez el que dijo aquello de "cuando un bebe aprieta el dedo de sus padres por primera vez, los tiene atrapados para siempre" . 
A lo largo de estos dos años y medio de su vida, Leo me ha ido enseñando y recordando conceptos nuevos y algunos que tenia olvidados. Él me recuerda cada día que la felicidad no esta en las cosas, está en las personas y los momentos vividos con ellos, besos, risas, abrazos. Es algo tan natural que lo olvidamos. Él me ha enseñado el amor puro, incondicional y real, aquel que no miente.

También he conocido la verdadera empatía, esa que sientes cuando le duele algo o llora desconsoladamente. Ese dolor se siente tanto como la alegría de verlo disfrutar. Ese cambio que da tu vida cuando pasas de ser protegido, a ser protector.

Leo me ha enseñado a jugar a deshoras. En nuestra adulta vida somos políticamente correctos y obedecemos unos patrones establecidos. A Leo no le importa jugar, reír o bailar cuando le apetezca, por eso son tan felices y contagian esa felicidad. Hagamos de nuestra vida un juego. ¿Jugamos?

Otro de mis nuevos descubrimientos fue saber que los super héroes existen, son ellos. No hay dolor que un niño no pueda calmar con su super sonrisa.

La vida te cambia si, cada sonrisa, cada abrazo y cada palabra tuya me cambia la vida todos los días, y no hay mejor cambio que el que tu me provocas porque, sin tu saberlo, tu infinita inocencia consigue mi plena felicidad.


Te quiero enano (no sabes cuanto)