Cerrad los ojos un instante y haced una fotografía mental de las siguientes palabras: acantilados, puerto pesquero, casas de colores y Mar. Cuando las tengáis, mezcladlas en vuestra cabeza y multiplicadlas por cinco (algun@ ya se habrá perdido). Pues de esa imagen mental que tenéis en vuestra cabeza saldrá "Cinque Terre", en Italia.
"Cinque Terre" es un parque nacional formado por cinco pueblos en la costa de Liguria en Italia. Estos cinco pueblos son Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso al Mare y están reconocidos como patrimonio de la humanidad por la Unesco (si, esta gente están en tos laos). Las características geográficas del terreno donde se ubican, dotan de ese carácter especial al parque por sus acantilados que descienden bruscamente hacia el mar, abrazados por casitas de colores en el terreno y barquitos pesqueros en el mar. Estas vistas, junto al "estamos tan agustitos" de Ortega Cano, de las cosas que mas me han impactado en la vida je je je.
Bromas aparte, por darle un descanso al "Sanderito" y por logística, decidí no coger el coche (agarrar o tomar para los de latinoamérica), con lo que llegué al parque en minibus. La mañana era algo fría y nublada y, después de jugarme la vida en aquel minibus por aquellos acantilados, y conducidos por una especie de Fernando Alonso, pero mas rubia y con mas culo, pensé en salir del bus y besar el suelo. Llegué vivo.
La llegada fue a
Riomaggiore, el mas oriental de los cinco y ubicada en el valle del río "Maggiore", con lo que rápidamente deduje porque no llamaron a este pueblo Villafranco o Alcalá. A medida que iba descendiendo, se comenzaba a vislumbrar el encanto de ese pequeño pueblo, sus callejuelas estrechas, con su dulce olor a mar, desembocaban en un pequeño puerto pesquero rodeado por casas de colores. Ya en el puerto, mirando al mar y con una suave temperatura pensé:
"hoy va a ser un gran día".
Para trasladarse entre las distintas villas había tres opciones, por mar, tren o andando. En tren era rápido, pero se perdían las vistas entre los túneles, andando estaba bien, quitando que eran 6 horas de recorrido y el primer tramo se llamaba "
la via dell´amore". Como no estaba la cosa para andar 6 horas y menos para algo que tuviera de apellido "
amore" (la soledad y el amor solo son compatibles en un caso, el amor propio), opté por el barco, con mejores vistas y por aquello de que montar en barco nos atrae mas a los urbanitas. Por solo 17 euros (Italia es así), tenía acceso ilimitado durante todo el día para navegar por la costa. Al bajar al mini embarcadero (si, todo era pequeño), observe una playa bastante rocosa en el lado derecho y a sus bañistas algo "acangrejados" con tanta roca.
Realmente acerté porque las mejores vistas eran desde el mar, e hice la segunda estación: Manarola.
La mas antigua de las cinco, data del siglo XII y tiene su principal industria en la pesca, la viticultura y, como todas, el turismo. A diferencia de Riomaggiore, el puerto se había convertido es una especie de playa urbana con una prolongación rocosa en el centro, a modo de isla, desde donde saltaban los bañistas y que les hubiera encantado a mis compadres, Rubén y Kiko, hacer la cabra y saltar desde las rocas al agua. Bajo mi punto de vista, la mas bonita vista desde el mar, aunque era complicado medir eso. En sus coloridas calles, se mezclaba la ropa tendida en los balcones y las barquillas varadas en tierra (lo que se podría llamar un "barking"). Como curiosidad, la falta de espacio, hacia que los pescadores tuvieran que subir sus barcas hasta tierra en grúas destinadas a este fin.
Tras esto, vuelto a mi barquito y paso por el tercer pueblo. Digo bien, paso, porque
Corniglia no tiene puerto, por lo que no pude desembarcar ni conocer sus calles. Algo tenía que perder. Elevado unos cien metros sobre el nivel del mar y rodeado de viñedos, es el mas pequeño de los cinco. Eso sí, como anteriormente, las vistas no tienen desperdicio.
Por lo tanto, desembarque en
Vernazza, la mas turística de todas y conocida como el pueblo de pescadores por excelencia. Con la iglesia de "Santa Margherita d´Antiochia", el castillo de Doria y la Ermita del Santuario "di Nostra Signora di Reggio", tiene bastantes mas atracciones turísticas que el resto. Lo complementan una playa urbana en pleno centro y otra en su lado este, a la cual se accede mediante un túnel excavado en la roca. Estando en Vernazza comprobé que en Italia existen las freidurias (o freidores, por si lo lee alguien de Cádiz) y suponiendo que era la hora de comer, que en vacaciones no entiendo de horas, compré dos cartuchos, de "calamaris" y "anchovies" (calamares y boquerones) y una cerveza "Birra Moretti" y cual Gaditano en la Caleta, me senté a orillas del mar a disfrutar de los pequeños placeres de la vida. En ese momento, no necesitaba nada mas.
Siguiendo el rumbo y con el estómago lleno, me dirigí a
Monterosso al Mare, el último de los cinco pueblos y el mas occidental. Situado en un pequeño golfo natural y protegido por una escollera, posee la playa mas extensa de la región. Antes de desembarcar y en la proa del barco, cual Kate Winslet en "Titanic", la primera imagen que recibieron mis ojos fue de una bella mujer haciendo top-less, que parecía estar allí colocada por el alcalde como atracción turística, a escasos metros del embarcadero. Solo le faltaba un cartel de "Bienvenidos a Monterosso". En ese preciso instante, cambió mi concepto de "mejores vistas desde el barco" con respecto a las otras localidades.
A diferencia de los anteriores, Monterosso comienza por una playa de arena, seguido de una plaza central que hace las veces de paseo marítimo y da entrada a sus callejuelas. Todo ello cruzado a distinto nivel por las vías del ferrocarril. Se ve que el urbanista no tuvo un buen día cuando diseño esto.
Como conclusión final, de todos es sabido que los Italianos son grandes vendedores de humo y hacen de sus pertenencias grandes atracciones turísticas. Digamos que defienden muy bien lo suyo. En este caso, he de decir que realmente mereció la pena y que el parque natural de las "Cinque Terre", debería estar en las listas de todos aquellos "enfermos viajeros", que basamos gran parte de nuestras vidas en conocer lugares nuevos y atípicos. Este no os defraudará.