Era una mañana de Diciembre, nublada y fría, muy fría en la ciudad Polaca de Cracovia. La sensación de tristeza que emana de un día oscuro iba acorde con nuestra primera visita a Polonia. A 43 kms de Cracovia, en la ciudad de Oswiecim, nos dirigíamos hacia el lugar donde se cometió la mayor vergüenza perpetrada por el ser humano. Los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau.
Anteriormente ya había visitado otro campo de concentración en Austria, concretamente el de Mathausen, sabía a lo que me atenía y el mal cuerpo que te deja este tipo de visitas pero, por aquello que hay que recordar y conocer la historia para no repetirla, allá que fuimos. No es una visita nada agradable.
Con la frase "Arbeit macht frei" (el trabajo te hace libre), nos recibía un arco metálico que daba la entrada al campo. Aquellos asesinos ya se permitían el lujo de usar las pocas (o ninguna) neuronas que tenían para emplearlas en irónicas frases. Se ve que derrocharon todo el ingenio en construir este lema, porque posteriormente solo usaron la fuerza.
La primera sensación, aparte del halo de tristeza que envuelve aquel entorno, fue la de estar en un plató de cine. Fue como llegar al lugar donde rodaron muchas de esas famosísimas películas sobre el holocausto nazi. Entonces, inconscientemente mi cabeza, por unos instantes se lo cree, piensa que aquello no fue verdad, que realmente es un decorado y que esta historia no pudo pasar jamás. Momentos después, vuelves a la realidad y sigues sin poder creer que estas en el lugar donde humillaron, sometieron y exterminaron a mas de un millón de personas.
Anteriormente ya había visitado otro campo de concentración en Austria, concretamente el de Mathausen, sabía a lo que me atenía y el mal cuerpo que te deja este tipo de visitas pero, por aquello que hay que recordar y conocer la historia para no repetirla, allá que fuimos. No es una visita nada agradable.
La primera sensación, aparte del halo de tristeza que envuelve aquel entorno, fue la de estar en un plató de cine. Fue como llegar al lugar donde rodaron muchas de esas famosísimas películas sobre el holocausto nazi. Entonces, inconscientemente mi cabeza, por unos instantes se lo cree, piensa que aquello no fue verdad, que realmente es un decorado y que esta historia no pudo pasar jamás. Momentos después, vuelves a la realidad y sigues sin poder creer que estas en el lugar donde humillaron, sometieron y exterminaron a mas de un millón de personas.
La visita transcurre entre alambradas electrificadas, barracones de ladrillo rojo o madera, torres de vigilancia y vías de tren, todo engarzado en un entorno rural casi inerte donde el color parece que tuvo la necesidad de marcharse y un respetuoso silencio se mantiene como una constante oración.
Literas |
Letrinas |
Latas de gas Zyclon-B |
Huecos en cámara de gas por donde lanzaban las latas |
Restos de enseres, ropa, maletas, las "camas" donde dormían, los "baños" donde hacían sus necesidades, los hornos crematorios o la cámara de gas forman parte de la visita guiada, hecha desde el mayor respeto hacía las victimas que allí perecieron.
Sobre los campos de exterminio, podría daros bastante información macabra sobre el genocidio que los nazis cometieron contra los judíos (cosa que prefiero obviar). Solo deciros que la frase "suma y sigue" cobró sentido en mi conciencia tras escuchar los lamentables actos de los que solo los seres humanos somos capaces de realizar. Humillación, esclavitud, maltrato físico y psicológico, privación de necesidades básicas, castigos desmesurados o anulación total fueron parte de los actos cometidos por la depravadas mentes nazis. Aquí entendí que la muerte, pudo llegar a ser el mayor descanso para estas personas que sufrieron dichas atrocidades sobre el ser humano.
Desde aquella vía del tren, donde llegaban miles de prisioneros de cualquier lugar del mundo, como único delito, haber nacido judío, gitano u homosexual, seguía pensando que aquello que cuenta la historia no pudo ser real. Y lo fue...
Y ahora, en la lejanía y sentado en la comodidad del hogar, sigue siendo verdad, una verdad tan actual que da hasta miedo recibirla. Se siguen matando a personas por creencias, razas o religiones. Aquellas mentes depravadas siguen estando vigentes en la actualidad. Con otros nombres, otros protagonistas y otros métodos, pero siguen estando ahí. La vida no ha cambiado tanto en 50 años ni aprendemos de los errores del pasado.
Y ahora, en la lejanía y sentado en la comodidad del hogar, sigue siendo verdad, una verdad tan actual que da hasta miedo recibirla. Se siguen matando a personas por creencias, razas o religiones. Aquellas mentes depravadas siguen estando vigentes en la actualidad. Con otros nombres, otros protagonistas y otros métodos, pero siguen estando ahí. La vida no ha cambiado tanto en 50 años ni aprendemos de los errores del pasado.